Al leer el ensayo sobre espiritualidad encarnada de Ferrer me surgieron varias inquietudes. Algunas de las cuestiones que deseo expresar son un poco complejas, así que deberé ocupar algunas analogías y cuentos para expresarlas metafóricamente.
Una conversación entre Narciso y Goldmundo
Había dos amigos que buscaban desarrollarse espiritualmente, pero en cierto momento de la vida tomaron rumbos distintos, ya que tenían formas de ser muy distintas. Narciso no conoció a su madre, necesitó ser muy disciplinado y sacrificado para salir adelante en la vida, luego entró al monasterio y llevaba una vida ascética, oraba día y noche, leía asiduamente las escrituras, hacía recurrentemente ayuno y se sometía a confinamiento solitario para tener un encuentro más profundo con la luz de Dios que emanaba desde su interior. Con el tiempo, Narciso se convirtió en el erudito más importante de la región y un ejemplo de vida moral a seguir, pero sentía que aún no llegaba a conectarse profundamente con aquello que él estaba buscando.
Por otra parte, Goldmundo fue un chico muy querido por su madre, pero pronto la perdió, de manera que llegó a vivir al mismo monasterio donde vivía Narciso, ahí se hicieron muy amigos, pero no tardarían en separarse. A Goldmundo la estructurada vida monástica le resultaba incómoda, tenía un espíritu libre y le gustaba arrancase por las noches a ver las estrellas, en una de esas oportunidades se encontró con una hermosa gitana, ella había visto a Goldmundo desde lejos, se le acercó sigilosamente y cuando lo pilló desprevenido le dio un beso en los labios. Golmundo quedó sorprendido al ver la belleza del rostro de la gitana iluminada por la nitidez de la luna. Se arrancó con ella a una aventura, pero pronto ella lo abandonó dejándolo por otro. Vivió sumido en los vicios en un puerto encontrado cerca de las minas de oro. Todos los días pescaba unos peces, que luego vendía en el centro de la ciudad, finalmente pasaba la noche en algún prostíbulo. Pero las ventas no andaban muy bien, una noche hambriento entró a una parroquia de la localidad, el sacerdote lo sorprendió comiéndose las ostias y tomándose el vino, el sacerdote de la iglesia lo reprendió, pero sintió compasión por él y le dio algo más de comida y lo invitó a quedarse a vivir un tiempo, Goldmundo –sin mucha alternativa- aceptó. A la mañana siguiente, Goldmundo despertó, el aire le parecía más refrescante, y empezó a caminar por los pasillos del templo y en un momento místico sintió la cálida luz del sol entrando por los vitrales. Miró hacia la luz y se encontró con la perfecta silueta de María a contraluz. Quedó sobrecogido por la candidez de su belleza y se quedó mirándola absorto durante algún rato. El sacerdote vio por casualidad lo que había ocurrido, se acercó, lo tomó del hombro, le susurró, “esta es nuestra madre” y le preguntó si le gustaría trabajar para la iglesia fabricando las imágenes de la virgen. Goldmundo inmediatamente aceptó y se dedicó viajar por distintas iglesias, en sus obras artísticas siempre intentaba encontrar la imagen de la perfección y en última instancia una búsqueda de su propia perfección, ya que necesitaba conectarse profundamente con la naturaleza y vida de María para inspirarse y producir cada vez mejores obras, sin embargo, sentía que su trabajo nunca estaba completo.
Un día sucedió que a Golmundo le tocó ir al monasterio donde estaba Narciso a esculpir una imagen. A penas se encontraron, recordaron las hermosas experiencias que habían vivido juntos, y se abrazaron llorando de emoción. Conversaron extensamente sobre lo que había pasado en sus vidas. Narciso le dijo que estaba sorprendido por lo diametralmente distintos que eran sus caminos y que, sin embargo, finalmente convergían en la misma sensación de una misión inacabada.
Luego de ese encuentro y terminada la imagen para el monasterio, Goldmundo debió partir, pero lo que habían conversado marcó sus vidas por siempre, sintieron, uno en el otro, la conexión profunda con aquello que andaban buscando, su conexión con la divinidad. Los caminos para llegar a Dios eran distintos, pero en el acto del encuentro es donde se vivía la verdadera divinidad encarnada. Dios se encuentra presente cuando dos o más personas se encuentran en su nombre.
Nota: En buena parte, mi vida se ha semejado a la búsqueda de este encuentro profundo entre estos dos personajes internos, tengo un poco de los dos, soy un poco artista y soy un poco monje. Poder integrar ambos aspectos, retratados tan bien por Herman Hesse, es sin duda alguna un objetivo importante del desarrollo espiritual. En palabras de Hesse para amar y morir, se requiere haber tenido madre.
El hombre que creía que solo tenía rostro
Sucedió un día que nació Prosopon un niño con una grave y desconocida enfermedad neurológica que no le permitía reconocer su cuerpo ni el de otros, solo podía reconocer los rostros. Sus padres se dieron cuenta de que algo andaba mal cuando el cuerpo de su bebé no reaccionaba como el de los otros pequeños, solo movía los músculos de la cara, mientras que los otros músculos no los movía o los movía erráticamente. Los médicos le recomendaron que ejercitaran todos los días los músculos para que no se atrofiaran, pero no supieron cómo solucionar el problema, nunca habían visto algo parecido.
A pesar de todos los esfuerzos de sus padres, Prosopon creció con muchas limitaciones, por ejemplo, no sabía si se estaba quemando alguna parte de su cuerpo, no sabía si estaba caminando bien a menos que alguien lo guiara, podía hacer muy pocas cosas por sí mismo, pero para él era suficiente, aprendió a ser feliz así como estaba, era dependiente de sus padres, pero recibía todo lo que necesitaba y no le preocupaba nada más. Sus padres le habían explicado que las personas tienen cuerpo, pero para Prosopon era muy difícil imaginárselo, lo que le explicaban sus padres le sonaba como a un cuento de hadas, un mito que no tenía como comprobar, vivía la mayor parte del tiempos sin siquiera acordarse de que tenía otras partes el cuerpo. Sus padres se dibujaron en el rostro una imagen de un cuerpo entero, pero a Prosopon le parecía extraño y difícil de asimilar.
Los padres estaban muy angustiados, para ellos era muy pesado tener que cuidar a su hijo y aunque lo amaba, les dolía darse cuenta que su hijo no tenía un deseo por mejorar, y aún, lo más preocupante es que ellos no podrían estar ahí para siempre, ya eran viejos y pronto se irían de este mundo.
Nota: Lo que creemos que es nuestro cuerpo no es necesariamente todo nuestro cuerpo. Pueden existir partes de nuestro cuerpo que no podemos reconocer y a pesar que otros nos digan que existen nos puede costar aceptarlo. Cuando no reconocemos alguna parte de nuestro cuerpo, eso nos limita y nos hace dependientes. Prosopon significa etimológicamente máscara, guiarse solamente por las máscaras o apariencias puede traer sufrimiento a las personas que nos aman.
El hombre que estudió las sobras dentro de la caverna
Había una vez un grupo de personas encadenadas en una cueva, ellos creían que las sobras que venían del exterior eran la única realidad, ya que nunca habían visto el exterior.
Un día uno de ellos, llamado Lucio, logró escapar. Al salir a plena luz del día quedó encandilado, no podía ver nada, pero después de un rato comenzó a distinguir un nuevo mundo, que nunca había visto. Intentó regresar a la cueva para explicarle a los que aún se encontraban encadenados todo lo que había afuera, pero ellos no le creyeron, lo consideraron un loco. Decepcionado por no poder ayudar a sus ex compañeros, se fue a vivir fuera de la cueva.
Lucio se encontró con un hombre viejo en el camino, lo saludó y entablaron una conversación. Lucio le contó lo que había ocurrido, pero sorpresivamente el viejo sabio se rió. Le explicó que él también había salido de la cueva, luego de que estudió con mucho cuidado y apertura las sobras se dio cuenta que solo eran el reflejo del mundo real y, así mismo, intentó sacar a las personas de la cueva pero lo consideraron un loco y desde entonces encadenan a sus hijos a la cueva para que nadie más se volviera loco.
Nota: Si somos orgullosos, y creemos que lo que sabemos y percibimos es todo lo que existe en el mundo, terminaremos perdiendo la libertad y encadenando a nuestros hijos. Podemos sentirnos libres, sin serlos en realidad. El descubrimiento de la realidad nos hace libres. Podemos descubrir lo desconocido por medio de la exploración directa de esa realidad como Lucio o podemos descubrirla por medio del estudio cuidadoso y con apertura de las apariencias como lo hizo el viejo sabio. El estudio de las sobras nos revela una forma aproximada de los objetos que aún no conocemos y la dirección de las sobras revela el camino que se debe tomar para salir a la luz. De igual forma el hombre sabio está atento a todas sus necesidades que se manifiestan en sensaciones corporales (las suyas y las de otros), no es orgulloso y, por lo tanto, intenta descubrir si hay algo detrás de esas sensaciones que aún no ha descubierto, quizás lo que ocurre en el cuerpo es reflejo de lo que ocurre en otras partes del cuerpo que aún no ha descubierto.
Malhechor y Mudita
En un pueblo llamado Conservador, había un hombre apodado Malhechor que se dedicaba a delinquir, solo pensaba en su propio bienestar, muchos le tenían miedo. Aunque no lo conocían mucho sabían que era muy difícil de controlar y, por lo tanto, lo evitaban.
La policía decidió hablar con los vecinos y les explicó que tenían que proteger a sus familias y que la ocasión hacía al ladrón, así que tenían que no ofrecerle oportunidad para tentarse. La policía también recomendó que si Malhechor los molestaba simplemente le dieran algo para que se quedara tranquilo y luego siguieran su camino sin prestarle atención.
Pero uno de los vecinos llamado Mudita no fue a las charlas de la policía porque había ido a practicar Falun Dafa, ahí aprendió que debía ser tolerante, compasivo e intentar comprender la verdad que se encuentra detrás de las apariencias, además los ejercicios de meditación de Falun Dafa le ayudaban a mantenerse tranquilo y ver la cosas con mayor claridad mental.
Resulta que cuando Mudita venía de vuelta de la práctica se encontró con Malhechor, quien inmediatamente le exigió todo lo que tenía. Mudita se mantuvo tranquilo y sintió compasión, ya que se daba cuenta que Malhechor se estaba comportando de forma agresiva sin darse cuenta que eso lo alejaba de los otros. Mudita le preguntó qué era lo que necesitaba y le ofreció su ayuda, le dio lo que necesitaba para su satisfacción y mientras saciaba su apetito conversó con él ofreciéndole su apoyo y consejo. Malhechor quedó desconcertado, nunca lo habían tratado con tanta amabilidad y nadie se había preocupado por conocerlo mejor, lo encontraba extraño y por suspicacia escapó de la presencia de Mudita robando algunas cosas. Mudita se sintió triste porque Malhechor no entendió sus verdaderas intenciones.
Malhechor siguió con sus malas andanzas, sembrando el desorden en el pueblo, hasta que un día se volvió a encontrar con Mudita. Mudita intentó acogerlo nuevamente, pero Malhechor solo aceptaba sus concesiones con precaución. Con el tiempo Malhechor se volvió amigo de Mudita, Malhechor prendió a no alejar a los otros con su agresividad y Mudita lo convenció para que cambiara su vida trabajando al servicio del pueblo. Los vecinos y la policía poco a poco fueron acogiéndolo y lo rebautizaron como Bienhechor.
Nota: Algunas personas tratan a su cuerpo como si fuera un Malhechor, no le prestan mucha atención y simplemente le dan algo para que no cause molestia. Si aprendemos a escuchar nuestro cuerpo, aunque sea difícil, podemos integrarlo con el resto de los aspectos de nuestra existencia, ayudándole a cumplir una función positiva en nuestras vidas.
Lo que sintió un príncipe en su cuerpo
Había una vez, hace unos dos mil quinientos años, un príncipe que anhelaba desarrollarse espiritualmente y liberar a los seres del sufrimiento. Cultivó su espiritualidad durante toda su vida hasta que alcanzó la iluminación, por medio de la eliminación de sus apegos, la meditación y la sabiduría. Muchos se acercaron para aprender de él.
Un día el príncipe se dio cuenta que el ser humano es un pequeño universo. Que dentro de cada una de las escamas de su piel existían tres mil mundos y que dentro de cada uno de esos tres mil mundos había otros seres vivos con escamas de piel que a su vez contenían tres mil mundos, y así sucesivamente. Descubrió que ese mundo interior abarca espacios muy grandes que su comprensión no alcanzaba a comprender, al parecer el universo era infinito, no tenía exterior ni interior.
El príncipe también se dio cuenta que el resto de las personas no podían ver lo que ocurría a esos pequeñísimos seres en esos diminutos universos. Y que como no eran capaces de percibir lo que ocurría en esos niveles desconocidos de sus cuerpos, causaban terribles desastres a los seres que se encontraban en esos pequeños mundos dentro del cuerpo. Cuando aconsejaba a sus seguidores que se comportaran rectamente explicándoles lo que pasaba en esos pequeños universos dentro de sus cuerpos, no le creían y seguían comportándose de la misma manera, lo que causaba terribles explosiones en los micro universos.
Nota: Cuando alguien nos da un concejo podemos no comprender o no creer lo que nos está explicando. La ignorancia sobre lo que ocurre en esas partes del cuerpo que no conocemos puede llevarnos a hacer cosas malas, haciéndonos daño a nosotros mismos.
El hombre que quería subir al segundo piso
Había un hombre encerrado en un primer piso, solo había salida por el segundo piso, pero no tenía una escalera, pero un hombre que se encontraba en el segundo piso bajó una escalera para ayudarle. Sin embargo, el hombre del primer piso no quiso aceptar la ayuda y decidió de construir una escalera por él mismo, como le faltaban materiales le sacó algunas tablas a la escalera que el otro hombre bajó desde el segundo piso.
Finalmente terminó la escalera, pero cuando subía hasta la mitad de ella se desarmó. El hombre de arriba no tenía otra para ayudarle, así que el hombre del primer piso se quedó encerrado para siempre.
Nota: Hay que aprender a aceptar humildemente la ayuda que nos brindan, sobre todo si es algo que necesitamos. Ser creativo y poder hacer las cosas por uno mismo es una virtud, pero se puede convertir en un problema si no somos humildes.