lunes, 6 de febrero de 2017

Valores; desarrollo de la Persona Integra

Valores desde Jung y Schwartz; desarrollo de la Persona Integra

 Rodrigo González, 2009.

Planteamiento: En el contexto de de la sociedad actual, dos son los temas que aparecen en la escena mundial como emergentes y es de suma importancia  poder comprenderlos: el primero de los temas es la crisis de identidad; el segundo el de la crisis de los valores. El menos estudiado de ellos es el de los valores, por lo cual se ha decidido profundizar en este tema.

   Los valores son elementos mediadores en los procesos motivacionales (específicamente los procesos de valoración, tanto primaria como secundaria) que unen las necesidades con las metas, de manera que configuran proyectivamente el sentido de vida. Además, son elementos simbólicos, es decir que unen el mundo interno con el mundo externo, por lo cual tienen un carácter adaptativo, manifestándose fundamentalmente en las actitudes; y permiten a la persona o grupos, basándose en el pasado, en la identidad y la situación, proyectarse a través del tiempo hacia el futuro, en otras palabras tienen una naturaleza existencial, por cuanto se encuentran asociados a un logos, lo cual permite evaluar las consecuencias de la conducta, es decir que son fundamentalmente recursos éticos, que permiten distinguir el bien del mal y que se estructuran de forma jerárquica, en una escala axiológica. Esta,  a su  vez está estrechamente relacionada con la estructura cognitiva, más específicamente con el sistema de creencias centrales (el autoconcepto en relación a los otros significativos), lo que hace de los valores un componente central y resistente al cambio.  Los valores se estructuran como una rueda en una serie de oposiciones en cuyo centro se encuentra el si-mismo asociado al valor trascendencia, dándole un sentido y un significado a los demás valores, es decir permitiendo el proceso de individuación. El psiquismo inviste de energía psíquica los significados asociados a determinado valor (constitutivo de procesos motivacionales a nivel consciente), reprimiendo los valores que quedan precisamente en el otro extremo de la estructura (constituyéndose de esta manera en elementos mediadores en los procesos motivacionales a nivel inconsciente).

 Por otro lado, existe un acuerdo generalizado sobre la relación entre los valores y la identidad, por una parte se considera a la identificación como el proceso introyectivo más básico, aquí sería justo decir que la valoración es el principal proceso proyectivo, ambos procesos en conjunto permiten la configuración de una realidad psíquica,  con sentido (gracias a los valores) y con significado (gracias a las identificaciones), estos procesos se estructuran dinámicamente en un ciclo de identificación-valoración. Cuando interactuamos con otros podemos identificarnos o no con sus valores y esto va establecer una forma particular de relación, al mismo tiempo, podemos valorar cierto tipo de relación, de manera que tiene sentido para nosotros identificarnos con ellos. Lo mismo hace la otra persona, transformándose este ciclo, en un proceso de ida y vuelta, se puede observar al repetirse este proceso sucesivas veces, que los procesos de construcción de significado y sentidos son intersubjetivos, auque no necesariamente son concientes, de hecho cuando tenemos dificultades para identificarnos con los valores de otro, es precisamente una manifestación de la proyección de aspectos inconcientes en nosotros mismos, un buen ejemplo de ello, seria una persona  que rechaza sus necesidades hedonistas (necesidades corporales como la alimentación, la intimidad etc) priorizando meramente por aquellos valores que enfatizan en  la tradición y la conformidad (como es  el caso de las personas apegadas a una  religión en particular)   Ahora bien, una persona más integrada en sus valores, puede empatizar mejor con otras personas y al mismo tiempo tendrá mayores posibilidades de proyectar en la configuración del campo interpersonal, aspectos más compatibles con la otra persona, es decir será capaz de integrar en el campo, aquellos valores contrapuestos en la estructura de valores, de forma que estos resulten en una más fácil identificación del otro con sus propios valores contrapuestos. Desde esta perspectiva, al interactuar  con una Persona Integra Valóricamente, se debería poder constatar, una configuración del campo en la cual predomine la empatía y aceptación; una construcción de significado y sentidos compatibles, y una facilitación en los procesos de Integración del otro.         
        
    Toda persona tiene una actitud favorable hacia aquellos o aquello, que sean compatibles con sus valores y creencias, las actitudes son una directa manifestación de los valores, solo que los valores son transituacionales, en cambio en las actitudes se aplican estos valores en una situación específica. Suelen manifestarse en los sentimientos, las cogniciones y conducta, mas no sin antes, ser mediada por diversas variables, pero cuando logran manifestarse en la conducta, logran reforzarse a si mismas, configurando un hábito virtuoso. Una vez que se ha desarrollado una virtud, se genera una reconfiguración en la Identidad de la persona, “soy una persona que tiene tal virtud”, lo que abre las puertas a un nuevo horizonte de desafíos, al establecimiento de valores más amplios y al desarrollo de nuevas virtudes. Las crisis, son un momento en el cual el Yo se confronta consigo mismo, poniendo en juego una serie de mecanismos defensivos propios de su funcionamiento. Cuando estos no dan resultado, se hace necesario una acomodación de los esquemas, una desorganización y posterior reorganización de los mismos, por lo cual son estos los momentos más propicios para intervenir en los procesos de valoración,  en el momento en el cual puede aparecer una persona con sus valores integrados, que configure en el campo de la relación una construcción de significados y sentidos que le permitan a la persona en crisis reorganizarse adaptativamente.

La crisis de identidad y de valores es un hecho social a nivel macro, pero existe en la interacción simbólica de nuestras relaciones cotidianas, estando estrechamente conectados a los procesos de valoración e identificación a nivel interpersonal. Es por esto, que nuestro desarrollo personal como psicólogos es imprescindible para la eficacia de nuestras intervenciones, siendo nuestra responsabilidad el hacernos cargo de la realidad psicosocial en la cual estamos inmersos.

Estado del Arte – Investigaciones sobre el tema: 

Actualmente Schwartz (2006) es un autor de lectura indispensable para cualquiera que desee profundizar en este tema. Su principal aporte constituye la elaboración de una estructura de valores (autodirección, estímulo, hedonismo, logro, poder, seguridad, conformidad, tradición, espiritualidad, benevolencia y universalismo), estable transculturalmente. En donde  cada valor tendría una correspondencia con un dominio motivacional, permitiendo así satisfacer diferentes necesidades, orientando a la persona hacia objetivos (ya sea terminales o instrumentales) para tales propósitos. De e esta manera, toda persona tiende a aprobar ciertos valores y a rechazar otros, que se ubicarían en la estructura de valores en una posición contraria. Sin embargo, el valor trascendencia merece una interpretación independiente, ya que su ubicación en la estructura de valores es controvertida, usualmente se le ubica en una posición central entre todos los valores, como el eje de una rueda que hace girar en torno a ella a todos los otros valores.




    Pero no solo es relevante conocer la estructura de los valores, sino que también lo es la comprensión sobre su dinámica.  En este aspecto Jung (1929) ha sido probablemente el que más ha profundizado sobre este punto. Según su perspectiva existen dos sistemas psíquicos, el sistema de significados psicológicos y el sistema de valores psicológicos. Este último sistema permite hacer apreciaciones cuantitativas energéticas, en otras palabras valoraciones, en las cuales se inviste de energía psíquica a un elemento nuclear en torno al cual se forman constelaciones de elementos psíquicos, asociadas a contenidos afectivamente cargados (complejo), estas proyecciones suelen tener un carácter compensatorio, de manera que cuando un elemento es valorado, se ocupa una considerable cantidad de energía psíquica para mantener reprimida su sombra, su contraparte mantenida inconsciente. Es necesario destacar que si este proceso falla, debido a un predominio de lo inconsciente, aparecen los antivalores o valores contrarios. Estos contenidos concientes e  inconcientes  pueden  ser integrados en un proceso de individuación, comprendiendo el valor afectivo que tienen cada uno de ellos, de ahí que “Dios” supone el valor supremo, la máxima suma de energía psíquica, ya que engloba todos los  valores opuestos.

El principal aporte de Victor Frankl (1946) fue darle un carácter existencial a los valores, una proyección del sentido de vida a través del tiempo, asociándolos a un logos determinado.

   Erikson, concebía el desarrollo en una serie de etapas psicosociales  caracterizadas por una situación de crisis (Papalia, 2001), las que requieren del equilibrio entre una tendencia positiva y una negativa, de manera que se pueda reolver dicha crisis mediante el desarrollo de una virtud (aunque las crisis no necesariamente son normativas). De esta manera los valores de nuestra cultura, con los valores a nivel personal se entran en conflicto dialécticamente, hasta sintetizarse en una disposición que las pone en armonía.

   Finalmente el interaccionismo simbólico tiene sus orígenes en la teoría de Weber (1905), este autor observó que el desarrollo de la cultura materialista  se asociaba al auge de los movimientos protestantes. Por otra parte, también se dio cuenta que en otras culturas con un sistema de creencia y valores distintos, se modifican las formas económicas y  la cultura material, en una dirección correspondiente a esos valores particulares. En otras palabras, el movimiento dialéctico de la historia material está determinado por el desarrollo del progreso de las superestructuras, en otras palabras,  por las formas ideológicas que viven en la interacción de cada uno de nosotros. Es en este punto en el cual teorías posteriores profundizaron, destacándose en este sentido;  las teorías de Representaciones Sociales de Moscovici (Mora, 2002), la teoría del Habitus de Bordieu (1995), y la teoría de Montero (1984) sobre el cambio social. Todas estas teorías hacen énfasis en los cambios a nivel interpersonal y  en como estos procesos están conectados con los niveles macrosociales.

Aportes a la Identidad local: Nuestra ciudad es testigo de sucesivas oleadas de inmigrantes, aimaras, sureños, personas de todo tipo, con sistemas de creencias y valores distintos. Por otra parte, la intolerancia y la violencia de todo tipo abundan en nuestra cultura local. Es por eso que el estudio de los valores y el papel que desempeñan sus procesos asociados en nuestras intervenciones son de máxima relevancia y atingencia a nuestra idiosincrasia.

Innovación para la Psicología: El estudio de los valores en si mismo es innovador, ya  que existen  muy pocas investigaciones en el  tema, así también faltan metodologías o formas reintervención para los valores.
Por otra parte, considero que enfatizar en esta área, además de enriquecer los  aspectos teóricos y metodológicos de la Psicología, permiten tomar mayor conciencia respecto a las motivaciones implícitas de nuestros actos y las responsabilidades que estos conllevan.

Bibliografía

·         Frankl, Victor. (1946). El hombre en búsqueda del sentido.
·         Weber, Max. (1905). La Ética Protestante y el espíritu del capitalismo.
·         Mora, Martín. (2002). Teoría de las Representaciones Sociales. Atenea Digital, Num. 2 (revista electrónica), disponible en: http://antalya.uab.es/athenea/num2/mora.pdf
·         Bourdieu, Pierre. (1995). Las reglas del arte: génesis y estructura del campo literario. Editorial Anagrama.
·         Schwartz,  Shalom, (2006). Worries and Values. Journal of Personality.
·         Montero, Mariza. (1984). Psicología Comunitaria: Orígenes, Principios y Fundamentos Teóricos. Revista Latino Americana de Psicología, Fundación Universitaria Honrad Lorenz.
·         Papalia, Danie. (2001). Desarrollo Humano, Editorial Mc Graw-Hill Interamericana. Colombia.
·         Jung, (1929). El secreto de la flor de oro.



No hay comentarios:

Publicar un comentario